Cuerpos, salud mental y vínculos: el equilibrio del colectivo
Cada desequilibrio personal tiene un impacto que trasciende lo individual. Los miedos que no enfrentamos, las heridas no sanadas, los silencios que decidimos callar. Todo eso no solo nos afecta a nosotrxs, sino a quienes nos rodean. Es lo que pasa cuando una sociedad nos enseña a vivir de forma aislada, a cargar con los pesos de manera individual, pero luego nos exige estar presentes en colectivo. La contradicción está ahí. ¿Cómo convivir cuando no hay un espacio para que lo que duele se comparta?
Foucault, al analizar cómo el poder configura nuestras concepciones sobre la salud, nos invita a pensar que no hay una "salud mental" ajena a lo social. La forma en que entendemos el sufrimiento, la fragilidad, los límites, está influenciada por las normas y valores impuestos por la sociedad. El sufrimiento, en términos de salud mental, no es algo que solo le pase al individuo, sino que es también un síntoma de las estructuras que nos atraviesan y nos condicionan. La salud mental no es solo un "problema" de quien lo padece, sino una cuestión política que cuestiona todo el sistema que, muchas veces, nos exige que seamos funcionales, sin darnos espacio para cuidar lo que está quebrado en el camino. (Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica).
Es por eso que pensar en salud mental como algo colectivo se vuelve urgente. La filosofía del lenguaje nos ofrece herramientas para entender cómo nombramos esa fragilidad: ¿es "débil" quien atraviesa tensiones mentales o es "humano"? Y ¿qué pasa si dejamos de pensar la salud mental solo como un "problema" para empezar a verla como una "oportunidad para cuidar", como un llamado a repensar cómo nos cuidamos en la red de vínculos que compartimos?
La salud mental no es solo una cuestión personal; es una cuestión colectiva, porque el cuidado y su paso al sentirse mejor no pueden quedar reducidos a los espacios privados. Cada vez que uno de nuestros vínculos se quiebra, el colectivo resiente. Cada vez que unx de nuestrxs cuerpxs sufre, el colectivo siente esa herida. Nos cuidamos o nos desmoronamos en conjunto.
Esto nos deja con algunas preguntas abiertas:¿Cómo cuidamos nuestras relaciones , nuestros vínculos cuando nos cuesta cuidar de nosotrxs mismxs?
¿Qué espacios estamos creando para hablar del dolor sin temor a la incomodidad del otrx?
¿Cómo podemos construir una sociedad que valore el equilibrio colectivo por encima del éxito individual?
Dejar de pensar en términos de “yo” y comenzar a pensar en “nosotros” es un primer paso para sanar como conjunto. Porque, en realidad, la fragilidad no nos separa, nos conecta. Sanar es un acto colectivo.
Y vos, ¿qué estás pensando sobre esto?
Gracias por tomarte el tiempo de leerme. Te invito a compartir tu reflexión.